9 de agosto de 2016

La construcción de paz en el Urabá-Darién a través del turismo: enseñanzas para el posconflicto

Natalia Naranjo, representante para Colombia de la Organización Canadiense de Cooperación Técnica CESO-SACO y representante para Colombia y Ecuador del Consejo Global de Turismo Sostenible – GSTC, relató su experiencia en el acompañamiento de las comunidades del Urabá - Darién como parte del equipo de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) desde el 2007, año en que se trabajó un proyecto de impulso al turismo en la región, como parte de un programa de sustitución de cultivos ilícitos en la región.

Natalia Naranjo, representante para Colombia de la Organización Canadiense de Cooperación Técnica CESO-SACO y representante para Colombia y Ecuador del Consejo Global de Turismo Sostenible – GSTC, relató su experiencia en el acompañamiento de las comunidades del Urabá – Darién como parte del equipo de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) desde el 2007, año en que se trabajó un proyecto de impulso al turismo en la región, como parte de un programa de sustitución de cultivos ilícitos en la región.

La zona del Urabá – Darién tuvo presencia de grupos armados ilegales desde los años setentas, cuando llegaron las guerrillas de las FARC y EPL, este último desmovilizado una década después. Las guerras de poder por el territorio y el narcotráfico, tuvieron sumida esta zona en una lucha violenta permanente. Como parte de ese proceso, ingresan los paramilitares liderados por Carlos Castaño a la región y, hacia el año de 2005, se acuerda un proceso de desmovilización, una esperanza para estos territorios sumidos en la desgracia y convertidos en una de las zonas más pobres del país, como resultado de la violencia y el narcotráfico.

Fue en ese momento y tras esta desmovilización, cuando se unieron Acción Social (hoy DPS) y las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) para desarrollar proyectos productivos como alternativa de sustitución de cultivos ilícitos en la región. Se apoyaron la pesca artesanal, el turismo, las artesanías, el caucho y el cacao. Desmovilizados, campesinos, desplazados y afrocolombianos participaron, buscando alternativas y un mejor futuro para sus familias. En total fueron 18 organizaciones y 640 familias beneficiadas del proceso.

El turismo se eligió por su antecedente en la generación de paz; su base está explícita en el Código de Ética Mundial para Turismo de la Organización Mundial del Turismo, así como en la Declaración de Otavalo sobre Turismo Comunitario, Sostenible, Competitivo y con Identidad Cultural, del año 2001. Se consideró en ese entonces que el turismo era clave para el entendimiento de las comunidades y para el afianzamiento de lazos entre ellas y personas externas, en este caso los turistas, tanto de Colombia como del extranjero. El turismo se consideró, entonces, como un medio para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en la región.

Con el paso del tiempo, el proyecto ha evolucionado, tal vez no tanto como se quisiera, dadas las dificultades de las familias; pero ya en el año 2010 se creó la Organización Guardagolfo, cuyo objetivo es el fortalecimiento de las iniciativas de pesca, turismo, artesanías, caucho, cacao y otras promovidas en la región, a las que pertenecen más de 500 familias en el Golfo de Urabá (Urabá – Darién).

Desde allí han venido progresando gracias al permanente acompañamiento de personas como Natalia Naranjo y las organizaciones que han aportado en el proceso. Hoy se puede hablar del fortalecimiento de la cultura local gracias al valor que le han dado los turistas, lo que ha contribuido, entre otras cosas, a mejorar la autoestima de las comunidades y su sentido de autorrealización. Hoy en día, han sido elegidos como una de las cuatro zonas prioritarias para el proyecto de turismo, paz y convivencia del Viceministerio de Turismo de Colombia.

Foto tomada de Norma Pim en Flickr