5 de julio de 2013

¿Golpe de estado en Egipto?

El pasado miércoles el ejército tomó el poder en Egipto anulando la Constitución proclamada por el gobierno del ya expresidente Mursi. Los medios de comunicación se han referido al hecho como un golpe de estado en Egipto, sin embargo dudo mucho que esto sea en realidad un golpe de estado sino más bien una demostración del pueblo egipcio de imponerse frente al gobernante que ha intentado hacer de la primavera árabe un proyecto de un grupo

El pasado miércoles el ejército tomó el poder en Egipto anulando la Constitución proclamada por el gobierno del ya expresidente Mursi. Los medios de comunicación se han referido al hecho como un golpe de estado en Egipto, sin embargo dudo mucho que esto sea en realidad un golpe de estado sino más bien una demostración del pueblo egipcio de imponerse frente al gobernante que ha intentado hacer de la primavera árabe un proyecto de un grupo, los Hermanos Musulmanes, que no está acorde con la moderación y las ganas de cambiar y progresar hacia la libertad de un pueblo cansado de dictaduras y de corrupción que provocaron la caída del anterior presidente, hoy preso, Mubarak.

Ante la duda de si la democracia es posible en los países árabes o en los países donde la mayoría de la población es musulmana, ayer se produjo la demostración de que lo que en realidad quiere el país que reúne a uno de cada tres árabes es que sí es posible. Sí es posible que un pueblo descontento pueda derrocar a un presidente que ha querido acaparar todos los poderes del estado para, poco a poco, restar garantías a una población ávida de libertad para demostrar que ser musulmán no significa no poder progresar hacia una democracia que garantice las libertades individuales.

El miércoles se produjo el fracaso en el país más importante del mundo árabe de un proyecto fundamentalista, lo que sin duda va a tener repercusión en los demás países en donde la primavera árabe albergó algún tipo de cambio, como por ejemplo, en Túnez. Personalmente, no estoy muy de acuerdo con aquellos que piensan que si en Europa tardaron cinco siglos en consolidar democracias, no podemos esperar que países que no tienen ningún tipo de tradición democrática lo hagan de un día para otro. No cabe duda que de un día para otro es muy complicado crear una democracia, pero lo que está claro también es que sin un consenso previo sobre qué democracia se quiere y si esa democracia debe ser incluyente o no, tampoco se podrá llevar a cabo ningún tipo de gobierno estable. Ejemplos de estos tenemos varios, Argelia en la década de los noventa cuando los islamistas llegaron al poder.

Para que haya una transición pacífica y que tenga como resultado una democracia incluyente no basta con hacer elecciones. En España, tras la muerte de un dictador que se mantuvo en el poder durante cuarenta años, no se produjeron elecciones inmediatamente después de su muerte. Tuvieron que transcurrir dos años para que se produjeran las primeras elecciones y lo primero que hizo el gobierno de Adolfo Suárez, fue llegar a un consenso con todos los grupos para poder redactar un texto en el que todos estuvieran de acuerdo para que, a partir del mismo, cualquier gobierno pudiera ejercer su mandato con garantías para el pueblo de que no se iban a producir abusos.

Esto es lo que no ha pasado en Egipto. Morsi llegó al poder de manera democrática, pero nada más llegar promulgó una Constitución que no daba estabilidad y no estaba basada en un consenso a través del cual los egipcios se sintieran identificados. Los egipcios son un pueblo moderado en su mayoría, como cualquier país occidental que también se compone de grupos extremistas que deben respetar las reglas de la democracia, sin embargo, la democracia tiene sus peligros y es que hay que saber muy bien a quien se elige, aunque, como se ha visto, eso tampoco es garantía de mantenerse en el poder. No solo se tiene que salir elegido, sino que también tu pueblo, el que no te ha votado sobre todo, ha de sentirse incluido en las decisiones que el gobierno toma.

Egipto, al contrario que España en su momento en el contexto de las Comunidades Europeas, no tiene un escenario en sus fronteras que presione para que se conviertan en una democracia modelo, nadie le va a presionar para que hagan una transición de una u otra manera, pero lo que sí tiene es un pueblo que ha perdido el miedo y que está dispuesto a dar la cara frente a cualquiera que le quiera impedir vivir en libertad.