31 de julio de 2015

Contradicciones del drama griego

Hace más de dos semanas el pueblo griego votó un rotundo “NO” al programa de ajustes propuesto por la Troika (el Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europea y la Comisión Europea). Desde 2010 el Estado heleno ha recibido dos paquetes de rescate para contrarrestar la crisis de su deuda pública. No obstante, la situación cada día está peor.

Por: Aneta de la Mar Ikonómova, Historiadora. Docente de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales y Facultad de Ciencias Sociales y Humanas.

El referéndum griego dice “NO” y el parlamento griego “SÍ” a la política de austeridad

Hace más de dos semanas el pueblo griego votó un rotundo “NO” al programa de ajustes propuesto por la Troika (el Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europea y la Comisión Europea). Desde 2010 el Estado heleno ha recibido dos paquetes de rescate para contrarrestar la crisis de su deuda pública. No obstante, la situación cada día está peor.

Diez días después del referéndum, el primer ministro griego Alexis Tsipras, trataba de animar a la consulta popular y desalentar el voto del “NO” de los griegos, convenciendo al parlamento de que el nuevo acuerdo con Bruselas se debía ratificar y que las políticas de austeridad -más duras que antes-, se tendrían que aprobar. 229 diputados votaron “SÍ” al tercer plan de rescate para Grecia; sólo 64 estuvieron en contra; 32 de ellos eran del partido del primer ministro, Syriza. El miércoles, 22 de julio, el parlamento griego tuvo que aprobar las medidas que propusieron los acreedores.

Todas estas particularidades de la crisis griega dejan más preguntas que respuestas: ¿qué pasó con el voto de los ciudadanos en el referéndum? ¿Por qué el nuevo plan de rescate de la Troika es más severo y austero que los anteriores? ¿En verdad, un país se puede recuperar cuando lo asfixian cada vez más?

Entre todas las cuestiones que atormentan el futuro incierto de Grecia hay una que ya está aclarada. El FMI se pronunció sobre la deuda griega: es altamente insostenible, se debe hacer una quita y ampliarse el período de pago hasta 30 años. Hace unos meses, cuando el ministro de finanzas griego Yanis Varoufakis intentaba plantear esta cuestión, su colega alemán Wolfgang Schäuble se negaba a escucharlo. Hasta hoy, el ministro alemán sigue insistiendo en que la salida temporal o definitiva de Grecia de la  eurozona es la única opción viable. El ‘Grexit’ (la salida de Grecia de la zona  euro) es lo que merece Grecia, no otra ‘ayuda generosa’ de los contribuyentes alemanes. La canciller Ángela Merkel se ha alejado de esta posición y apoyó el nuevo rescate para Grecia. No obstante, afirmó que éste no sería a cualquier precio. Y así fue.

En un contexto de fuerte hostilidad hacia las propuestas del gobierno de Syriza y desconfianza hacia el país heleno por parte de Alemania y la mayoría de los gobiernos europeos, se firmó el acuerdo de Bruselas del 12 y 13 de julio. A Grecia se le otorgó un nuevo plan de rescate por valor de más de 80.000 millones de euros. El parlamento griego tenía que aprobar inmediatamente el nuevo plan y  comprometerse hacer políticas de recortes y cambios estructurales antes de  avanzar en la negociación de las siguientes fases del acuerdo. El documento firmado en Bruselas fue calificado por Yanis Varoufakis como un nuevo tratado de Versalles, un tratado de capitulación, que somete el país a la ruina.

En vísperas de la votación del parlamento griego, el primer ministro Alexis Tsipras, había asegurado que no creía en el acuerdo, pero que se veía obligado a adoptarlo. Frente a los diputados explicó que en Bruselas se divisaban sólo tres opciones: uno, aceptar un acuerdo con el que se está en desacuerdo; dos, la quiebra desordenada y, la tercera opción, el ‘Grexit’ consensuado de Schäuble. Con los votos de la oposición y con parte de los votos del partido Syriza, el acuerdo de Bruselas fue ratificado en la madrugada de 16 de julio.

Sin embargo, las dificultades de Grecia y de su gobierno, están lejos de ser solucionadas. El primer ministro Tsipras se ha quedado sin el apoyo de varios de sus ministros, diputados y una parte de la población ha dejado de considerarlo su líder. Al mismo tiempo, muchos griegos consideran que la decisión tomada por el gobierno es la única razonable, aunque desconfían de la política de recortes, privatizaciones y disminución de sueldos y pensiones.

El “SÍ” ganó en el parlamento griego no por las palabras del orador Alexis Tsipras. El miedo que agobia al país heleno por la posibilidad de quedar fuera del euro, es decir, caer en lo peor, hizo que los diputados votaran por el plan de Bruselas. Desde hace cinco años Grecia es sometida a la antipopular política de austeridad promovida por la Troika que ofrece sus planes como ultimátum para los rescates. Los políticos de los anteriores gobiernos no trataban de oponerse al ‘dictat’ de los acreedores. Sin embargo, el partido de Syriza llegó al poder en enero 2015 con la promesa de que el país no aceptará más imposiciones y defendería el derecho de elegir el camino de la salida de la crisis, sin poner en riesgo a la población y al patrimonio económico del país.

“Los griegos se estremecen con toda la razón ante la idea de verse amputados de la unión monetaria”, dice Yanis Varoufakis. “Grecia tiene el euro: una moneda exterior plenamente administrada por un acreedor hostil a la reestructuración de la deuda insostenible de nuestra nación.”

La noche de 15 de julio en el parlamento griego también se escucharon otras posiciones, que criticaron duramente la decisión del primer ministro Tsipras. La presidenta de la asamblea Zoe Konstantopoulou abiertamente se opuso al acuerdo alcanzado con la Troika con el argumento de que el gobierno griego está siendo chantajeado por los acreedores y poniendo en riesgo la supervivencia de su pueblo.

La joven abogada, que ha ganado el prestigio de ser fuerte defensora de las reivindicaciones griegas para la eliminación de la mayor parte de la deuda, calificó el acuerdo de 13 de julio como “genocidio social”. En palabras de Konstantopoulou, la deuda griega fue “creada por los gobiernos anteriores a través de la corrupción en la contratación, los sobornos, cláusulas leoninas y los tipos de interés astronómicos, todo en beneficio de los bancos y de las empresas extranjeras. Una deuda que la Troika, junto con los gobiernos griegos anteriores, convirtió en forma fraudulenta de privada a pública, rescatando a los bancos privados franceses, alemanes y griegos y condenado al pueblo a vivir en condiciones de crisis humanitaria”. Esta deuda, según Konstantopoulou, durante cinco años fue utilizada como herramienta para esclavizar a la gente y ahora se sigue imponiendo para chantajear, para implantar condiciones que suprimen el libre arbitrio. Las consecuencias de este acuerdo serán el cese de soberanía nacional y el ofrecimiento de los recursos públicos para el pago de la deuda, que el partido Syriza ha reconocido como ilegal, odiosa e ilegítima.

Zoe Konstantopoulou sustentó su posición apoyándose en el valioso trabajo que está haciendo Eric Toussaint, director técnico del Comité de la Verdad sobre la deuda griega, adjunto al Parlamento europeo. Su informe preliminar de principios de julio afirma que: “Grecia ha sido y es víctima de un ataque premeditado y organizado por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea. Esta misión violenta, ilegal e inmoral, está dirigida exclusivamente a desplazar deuda privada al sector público”.

Al día siguiente del anuncio del acuerdo de Bruselas,13 de julio Eric Toussaint ofreció una conferencia para presentar una alternativa a este. La propuesta abarca, entre otros, varios procedimientos: creación de una moneda electrónica (emitida en euros) para el uso interno en el país; la lucha contra el fraude fiscal, etc.

Otra propuesta alternativa al acuerdo de Bruselas fue presentada al gobierno heleno por el ministro de finanzas Yanis Varoufakis, quien advirtió de la posibilidad de que Bruselas endureciera su posición con Grecia después del referéndum. El plan B según Varoufakis consistía en: “Deberíamos haber puesto en circulación nuestros propios IOUs (pagarés), o al menos anunciar que íbamos a crear nuestra propia liquidez denominada en euros; deberíamos haber recortado el valor nominal de los bonos de Grecia de 2012, y deberíamos haber tomado el control del Banco de Grecia. Este era el tríptico, las tres cosas, con las que pensaba que deberíamos responder si el BCE cerraba nuestros bancos”.

Esta propuesta del entonces ministro de finanzas griego no apoyada por todos los miembros del gobierno y como consecuencia al día siguiente Yanis Varoufakis dimitió. En el transcurso de la semana Grecia fue sometida a un “corralito” que ha dejado a los bancos y a la población casi sin liquidez. Se ha dañado el sistema bancario, es en este contexto  queel primer ministro Tsipras tenía que firmar el ultimátum de los acreedores.

En toda Europa miles de ciudadanos hace semanas están expresando su solidaridad con el pueblo heleno y aprovechan la situación para decir un rotundo “OXI” (NO) a la política de austeridad que se impuso sobre el viejo continente. No sólo Grecia está en crisis, la Unión Europea, también. Sus valores y principios están a prueba. La solidaridad, que se suponía que es la base de la unión, parece que desapareció de la mesa de negociaciones de Bruselas y quedó la vieja regla del poder del más fuerte sobre el más débil.

Después de varias semanas de debates sobre la crisis de la deuda griega, hoy en día parece menos posible que el plan de austeridad que se impone a Grecia, la vaya a sacar del abismo. El gobierno griego está cumpliendo las exigencias de Bruselas, pero parece que no cree en su eficacia. ¿Entonces por qué los acepta? Salir de la zona de Euro es un abismo mayor que el de la deuda griega.

Por otra parte, para el economista premio Nobel, Paul Krugman: “El problema de la deuda griega refleja tanto la irresponsabilidad de los acreedores como la de los deudores y, en cualquier caso, los griegos ya han pagado con creces por los pecados de su Gobierno. Si no pueden salir adelante con la moneda común europea es porque dicha moneda no ofrece un respiro a los países en apuros. Ahora, lo más importante es hacer todo lo que sea necesario para acabar con la sangría” del Estado heleno.

 Foto tomada de alk_is en Flickr