30 de enero de 2015

Ojalá España no sea Grecia

Los dos partidos hasta la fecha mayoritarios en España, Partido Popular (PP) y Partido Socialista Obrero Español (PSOE), han querido convencer a la opinión pública que los resultados de Grecia no pueden ser extrapolables a España, puesto que las situaciones son muy diferentes.

Los dos partidos hasta la fecha mayoritarios en España, Partido Popular (PP) y Partido Socialista Obrero Español (PSOE), han querido convencer a la opinión pública que los resultados de Grecia no pueden ser extrapolables a España, puesto que las situaciones son muy diferentes. Aunque ninguno ha sido muy claro en sus argumentos para tal afirmación.

Lo que se puede ver de similitud entre España y Grecia es que los dos países han sido víctimas de la peor crisis que ha vivido la zona euro desde que entró en vigor. Sin embargo, Grecia ha tenido que ser rescatada por la UE y el FMI en dos ocasiones para poder llevar a cabo todas sus reformas, mientras que España ha evitado ese rescate general para limitarlo únicamente al sector bancario, lo que afectó principalmente a las cajas de ahorro mal gestionadas por los políticos de turno.

Otra de las similitudes tienen que ver con el surgimiento, con fuerza en ambos países, de agrupaciones políticas minoritarias en el caso de Grecia, o que ni siquiera existían, en el caso español, como la que hoy encabeza todas las encuestas para las elecciones generales, ‘Podemos’. En Grecia, tras un gobierno tecnócrata impuesto por la UE y otra legislatura gobernada por la derecha moderada (Nueva Democracia) en coalición con los socialistas (Pasok) -el bipartidismo es una característica que también comparten Grecia y España-, las elecciones del pasado domingo dieron la victoria a uno de los partidos antes minoritarios, ‘Syriza’, liderado por un joven político de extrema izquierda que se ha postulado como un líder que va a gobernar a Grecia fuera de los parámetros impuestos por la UE (algunos afirman “impuestos por Alemania”).

En España, los resultados electorales podrían favorecer a ‘Podemos’, formación liderada por Pablo Iglesias, otro joven de izquierda radical, aunque cada vez menos, en contra de las políticas de austeridad de la UE, aunque su discurso, a mi parecer oportunista, se ha centrado principalmente en la política nacional y en la corrupción que ha minado la confianza en la política española en los últimos años. Su proclama más popular es la de acabar con esa “casta” política que se ha perpetuado en el poder en España a través del bipartidismo y que ha dominado prácticamente todo el periodo de la democracia española.

A pesar de estas similitudes, quiero seguir pensando que España y Grecia no son lo mismo, por lo tanto, ese cambio tan radical no se podrá ver en España en este año electoral. Las razones que me llevan a pensar esto son las siguientes (solo mencionaré las que creo más relevantes por cuestiones de espacio): en primer lugar, la derecha en España no tiene posibilidad de dividirse como sí lo ha hecho en Grecia, a través de la derecha nacionalista, que ha dado la posibilidad de gobernar a ‘Syriza’ y el ‘Amanecer Dorado’, un partido de corte nazi que ha logrado un tercer puesto a pesar de tener a prácticamente todos sus miembros en la cárcel.

En España la derecha, tanto la más centrista como la más extrema (casi extinta), se concentran en el PP y sus votantes han demostrado ser fieles durante todas las campañas electorales, lo que hace improbable un giro inesperado hacia la izquierda. Como máximo se abstendrán, si no sienten el miedo que intentan inculcarles los dirigentes del PP con respecto a una posible victoria de ‘Podemos’ en las elecciones generales.

En segundo lugar, los radicalismos, tanto de izquierda como de derecha, no tienen cabida en España. El discurso de ‘Podemos’ ha pasado a ser cada vez más moderado desde que se han visto con posibilidades de llegar a la presidencia a finales de este año. Pasaron de hablar de las bondades del chavismo a las bondades del Estado de bienestar de los países nórdicos, caracterizados, a pesar de dicho Estado de bienestar, por tener una libertad económica no muy característica de la izquierda tradicional o radical.

Por último, no creo que la socialdemocracia tienda a desaparecer después de las elecciones generales, como ha ocurrido en Grecia, que ha pagado caro gobernar en coalición con la derecha. En España, el PSOE se ha negado a gobernar en coalición con el gobierno de Mariano Rajoy; además, con el nombramiento del nuevo Secretario General, se han tomado medidas muy visibles en contra de la corrupción y se ha expulsado del partido a todo aquel que haya sido acusado. Por otra parte, las elecciones adelantadas a marzo en Andalucía, seguramente darán un resultado positivo para el PSOE, lo que puede ser el despegue definitivo para tomar fuerza en el resto del país; no hay que olvidar que esta Comunidad Autónoma es la más poblada de toda España.

La democracia tiene la virtud de hacer posible el cambio de quienes ostentan el poder de una manera más o menos radical. Una situación como la crisis que se ha producido en el continente europeo evidentemente iba a generar cambios en los lugares donde más profundos habían sido los desastres, como en Grecia. Pero de ahí a tomar este cambio como algo contagioso en el resto de Europa parece exagerado. No hay que olvidar que de 500 millones de europeos, solo 11 son griegos (eso, en términos de la población que puede votar se reduce prácticamente a la mitad); tampoco hay que olvidar que su peso en la zona euro es mínimo y que los compromisos internacionales son difíciles de evadir.

Finalmente, el 60% de la deuda griega está en manos de países europeos; no creo que este país esté interesado en “quedarle mal” a sus socios, puesto que esto generaría una pérdida de confianza generalizada en el país. No se defrauda a quien ha confiado y ayudado en situaciones de crisis, por esto hay que tener cuidado con los compromisos adquiridos. Cumplirlos no depende únicamente de quien promete.

Imagen tomada de Contando Estrelas en Flickr