24 de abril de 2013

Las reglas del juego

Si el presidente Santos está considerando acabar con la reelección y extender dos años de su mandato se mostraría dispuesto a quebrantar el orden institucional que se comprometió a proteger

Una democracia es un cascarón vacío si no se respetan los procesos y las reglas del juego. Toda democracia tiene unas normas fundamentales que todos, desde políticos e instituciones hasta ciudadanos, asumen y acatan. Unas reglas que sólo son modificables por mayoría cualificadas y cuando la ciudadanía se exprese manifiestamente para que así sea. Reglas y procesos claros y duraderos.

Si el presidente Santos está considerando acabar con la reelección y extender dos años de su mandato se mostraría dispuesto a quebrantar el orden institucional que se comprometió a proteger. Si el Congreso de la República -según parecen indicar declaraciones de Roy Barreras- acepta siquiera estudiar la propuesta, demostrará -de nuevo- que la Unidad Nacional está más preocupada en defender al gobierno que en representar a los ciudadanos. Todas las vergüenzas de la política colombiana (improvisación -o cinismo-, gobiernismo, como verdadera ideología de medios de comunicación e instituciones, incapacidad para normalizar la reelección como un elemento normal de la dinámica gobierno-oposición, utilización política del proceso de paz y, lo más grave, débiles convicciones democráticas) quedarán en evidencia. La verdad, deseo que todo quede en rumor y olvido.

Introducir la modificación del período presidencial y lo referente a la posibilidad de reelección en la agenda a mitad de una legislatura es improvisación o cinismo, porque supone violar el pacto alcanzado con los electores, que votan por un candidato determinado para que cumpla una función determinada durante un tiempo determinado. Juan Manuel Santos hoy, como Álvaro Uribe ayer, no quiere atarse a un compromiso electoral, por lo que nunca declararon como candidatos sus intenciones y convicciones.

Si Uribe sometió a un desgaste enorme a las instituciones colombianas, con Yidis y Teodolindo de por medio, Juan Manuel Santos parece dispuesto a invertir la mermelada oficial en lograr su objetivo de obtener una prórroga como presidente sin votación popular. Porque con las encuestas mostrando tendencias desfavorables y con el ejemplo de las recientes elecciones venezolanas, Santos empieza a comprender que la maquinaria presidencial puede no ser suficiente para la reelección y que ha perdido dos años sin establecer una narrativa consistente sobre la que construir una estrategia de cara al período 2014-2018. Así, la reelección se vuelve problema y no la posibilidad que podría ser.

Porque se argumenta que la extensión del período presidencial es necesario para proteger las negociaciones con las FARC de la contienda electoral, cuando debería ser justo lo contrario. Unas elecciones, en las que se discuta el proceso de paz, podría llenarlo de legitimidad, al conceder un mandato claro de los ciudadanos al gobierno y, no inhibirlos dándoles sólo hechos consumados. Pero se tiene miedo a lo que los colombianos manifiesten. Los representantes parece que no quieren representar a nadie. En definitiva, la clase política colombiana quiere actuar y decidir en temas tan trascendentales para el futuro como los que definen el ejercicio del poder y el cierre del conflicto sin contar con los ciudadanos. Se limita el ejercicio de la democracia, se teme la existencia de una verdadera oposición política y se pretende dirigir sin escuchar. Todo propio del siglo XVIII, pero no del XXI.

Ninguna institución sobrevive al constante cambio de normas. Porque si los acuerdos fundamentales son revisables al antojo del gobierno de turno, nada se consolida. Si Juan Manuel Santos quiere acabar con la reelección presidencial, extender los mandatos de cuatro a seis años y fortalecer la legitimidad del las negociaciones con las FARC sólo tiene una forma de hacerlo: presentarse a la reelección en 2014 y ganar haciendo de esos temas sus banderas. Porque las reglas están para cumplirlas.

Por: Miguel M. Benito

Publicado el domingo 21 de abril de 2013 en Revista Posición