4 de diciembre de 2012
El baile de los fariseos
El reciente fallo de la Corte Internacional de la Haya en el diferendo Colombia - Nicaragua ha despertado la indignación de muchos colombianos. No dudo de la sincera preocupación de muchos, pero no han faltado las reacciones falsas, oportunistas y cínicas. Ya saben, a río revuelto... A lo largo de once años la atención sobre lo que se dirimía en la Corte Internacional ha sido mínima. Once años de silencio y desinterés.
El reciente fallo de la Corte Internacional de la Haya en el diferendo Colombia – Nicaragua ha despertado la indignación de muchos colombianos. No dudo de la sincera preocupación de muchos, pero no han faltado las reacciones falsas, oportunistas y cínicas. Ya saben, a río revuelto… A lo largo de once años la atención sobre lo que se dirimía en la Corte Internacional ha sido mínima. Once años de silencio y desinterés. De soberbia y errores. Durante los que los indignados de hoy callaban o decían que se acataría el fallo -pensando que el fallo sólo podía ser favorable-. Ahora, por supuesto, se rasgan las vestiduras y dicen que ellos ya habían lo advertido. Oportunistas, cínicos ignorantes y patrioteros reunidos.
Hay un primer grupo de voces furibundas que se mueven por el interés electoral. Exclusivamente. Para ellos la pérdida nacional es posible ganancia. Así que enfilan su artillería hacia María Ángela Holguín, convertida en botín en la batalla contra la reelección de Juan Manuel Santos. Se califica a la Ministra de Relaciones Exteriores de derrotista y torpe por sus sobre “las decisiones salomónicas” de la Corte. La posibilidad de atacar a Holguín es demasiado jugosa. Si consiguen derribarla, golpearán una de las banderas más vistosas del gobierno Santos, la de la política exterior -por cierto, una política exterior mucho menos brillante y exitosa de lo que los publicistas quieren hacernos creer-. Críticos oportunistas e interesados.
En un segundo grupo de vociferantes hay antiguos dirigentes políticos y funcionarios involucrados en el proceso de uno u otro modo, que han corrido a señalar con el dedo al actual gobierno para que nadie les mire a ellos y analice la responsabilidad en todo este proceso. Críticos cínicos.
Un tercer grupo de iracundos lo conforman los perfectamente ignorantes. Personas que jamás se han preocupado del estado real de la política exterior colombiana. Si de verdad tuviesen algún interés en el tema, encontrarían muchos asuntos preocupantes para criticar al gobierno, pero en su desinformación permanente y proverbial son incapaces de ver más allá de las portadas de El Tiempo o Semana. Críticos ignorantes.
Y el grupo más numeroso de indignados es el de los que se han envuelto en la bandera nacional, se han rasgado las vestiduras por el fallo, aunque apenas sabían situar en el mapa San Andrés o Providencia. Ni, ya puestos, Cauca o Chocó. Ignoran Colombia, pero intentan explotar un nacionalismo primario, hueco y vano. Los archipiélagos acapararán las noticias hasta que estalle la siguiente crisis y vuelvan al olvido. ¿Alguien se acuerda hoy de Toribio? Críticos patrioteros (y desmemoriados).
No pretendo -ni por asomo- minimizar la responsabilidad de Juan Manuel Santos, María Ángela Holguín y del equipo jurídico colombiano en todo el desaguisado. Ellos deben explicar detalladamente en sede parlamentaria todo lo ocurrido, gestionar el fallo y asumir su cuota de culpa, con dimisiones si es preciso. Con estas líneas simplemente quiero huir de la crítica sin fundamento y animarles a que busquen las pocas voces que, informadas y con criterio, han hablado sobre el pleito entre Colombia y Nicaragua. El resto constituye un baile de fariseos. Oportunista. Cínico. Ignorante. Patriotero. Deprimente. Vergonzoso.
Por: Miguel M. BenitoPublicado el jueves 11 de noviembre de 2012 en www.revistaposicion.com